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Banderas de nuestros padres

Año 2006
País USA
Estreno 03-01-2007
Género Bélico
Duración 132 m.
ZINEMA.COM T. original Flags of our fathers
  Dirección Clint Eastwood
  Intérpretes Ryan Phillippe (John "Doc" Bradley)
    Jesse Bradford (Rene Gargnon)
  Adam Beach (Ira Hayes)
     John Benjamin Hickey (Keyes Beech)
     John Slattery (Bud Gerber)
   Guión William Broyles Jr.
     Paul Haggis
Fotografía Tom Stern
Música Clint Eastwood
Montaje Joel Cox
Sinopsis
Es la imagen más indeleble de la Guerra del Pacífico – un momento en el tiempo inmortalizado en un film sobre cinco Marines y un sanitario de la Marina levantando la bandera de EE.UU. en el monte Suribachi, pocos días después de comenzar la encarnizada batalla por la guarnición japonesa de Iwo Jima, una isla desierta de playas de arena volcánica y cuevas de azufre. Para los hombres que aparecen en la foto, levantar la bandera es una pequeña formalidad en medio de una extenuante batalla; pero para aquellos que vuelven a casa, la imagen de estos hombres trabajando juntos en silencio para superar unas devastadoras adversidades da un nuevo sentido a la noción de héroe. Cautiva a un público americano hambriento de esperanza y cansados de una guerra que no parece tener fin. Da a las madres una razón para creer que sus hijos volverán vivos, y un sentido a aquellas que lloran por unos hijos que nunca volverán. Para aprovechar la ola de sentimiento que la foto inspira, los “izadores de la bandera” son sacados del combate y enviados a casa para continuar sirviendo a su país – no en el campo de batalla, sino entre multitud de fervorosas masas reunidas para estar cerca de "verdaderos héroes” y extender unos talones extremadamente necesarios para financiar el esfuerzo bélico. Sólo tres volvieron vivos – John “Doc” Bradley, un sanitario de la Marina; Ira Hayes, un tímido nativo americano; y Rene Gagnon, un soldado mensajero que evitó disparar su arma. Los tres “izadores de la bandera” desempeñan el papel de héroe a la perfección – recorriendo sin descanso el país, estrechando las manos adecuadas, diciendo las palabras correctas – mientras que el poder de su imagen rescata el flaqueante esfuerzo de guerra. Pero en su interior sienten que, al igual que sus amigos y hermanos caídos en combate, una parte de sus almas nunca abandonarán las negras arenas de Iwo Jima.
    
Referencias