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Magnolia

Año 1999
País USA
Estreno 03-03-2000
Género Drama
Duración 188 m.
ZINEMA.COM T. original Magnolia
  Dirección Paul Thomas Anderson
   Intérpretes Jason Robards (Earl Partridge)
  Tom Cruise (Frank Mackey)
  Julianne Moore (Linda Partridge)
   Jeremy Blackman (Sanley Spector)
  Philip Baker Hall (Jimmy Gator)
   Guión Paul Thomas Anderson
Fotografía Robert Elswit
Música Jon Brion
Montaje Dylan Tichenor
Sinopsis
Nueve historia paralelas tienen lugar en el Valle de San Fernando. Un niño prodigio, el presentador de un concurso y ex niño prodigio, un moribundo, su hijo perdido, la mujer y el enfermero del moribundo... historias aparentemente independientes con un extraño sentido conjunto.
    
Referencias
Crítica
Paul Thomas Anderson irrumpió en el panorama cinematográfico mundial hace dos años con Boogie nights, una sorprendente película en la que ofrecía un evocador repaso al auge y decadencia del cine pornográfico, aderezado con unos movimientos de cámara que, lejos de resultar artificiosos, permitían percibir la particular profesionalidad de su director. Su primera película, Sidney, no llegó a estrenarse comercialmente y tan sólo ha podido verse gracias a que ha sido programada por algunos cine-clubs.

Con Magnolia, Thomas Anderson plantea un discurso en el que trata de poner al descubierto los conflictos de individuos que son víctimas del mundo de espectáculo. La principal aportación en esta ocasión es la de proponer el azar como fenómeno capaz de desencadenar relaciones y acontecimientos dramáticamente relacionados. Para ello recurre a un conjunto de personajes interrelacionados que protagonizan escenas perfectamente conexionadas que se alternan de forma muy cuidada, alcanzando su punto clave en la canción que interpretan conjuntamente.

Es inevitable, con este planteamiento, establecer un paralelismo entre esta película y Vidas cruzadas, de Robert Altman, aunque, en realidad, tan sólo se limita al carácter coral de ambas. Más interesante y consistente resultaría establecer un paralelismo con la obra de Eric Rohmer, en la que el azar también desempeña un papel fundamental.

Ya en el extraordinario prólogo de la película se realiza una declaración de principios en la que se relatan tres divertidas y relacionadas historias a modo de documental (lejanamente inspirado en el Zelig de Woody Allen) en las que se presenta a tres condenados a muerte, un submarinista víctima de un hidroavión, y un joven suicida que en realidad ha sido asesinado involuntariamente por su madre.

Las diferentes partes en que se divide la película son introducidas por partes meteorológicos que pronostican el clima dramático de las mismas. Todo es previsible menos, claro está, el sorprendente final, imposible de pronosticar y donde se compendia la tesis mantenida por el director respecto a la forma en que el azar puede condicionar la existencia.

La galería de personajes que desfilan por la película son objeto de las más variadas relaciones. Además de las que se producen entre ellos mismos, hay que mencionar las que se desprenden de condición. Los paralelismos entre el anciano agonizante (presentado en un plano que recuerda al 2001 de Kubrick) y el presentador de televisión aquejado de una enfermedad mortal son evidentes. Así como el que presenta al niño prodigio ganador de un concurso de televisión o el atormentado hombre que en su momento también consiguió triunfar en el mismo espacio televisivo. Y, como no, el que tiene lugar entre el personaje nada agradecido de Tom Cruise y la hija del presentador de televisión; el de una estupenda Julianne Moore y la esposa del mencionado presentador o el del enfermero y el agente de policía como elementos benefactores que catalizan la dramática situación.

Magnolia, película mucho más auténtica y arriesgada que la artificiosa American beauty, confirma que Thomas Anderson es uno de los directores más interesantes del cine norteamericano actual.

N.A.