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REFLEXIONES SOBRE EL CINE EUROPEO. TESALÓNICA 2002, DE AURELIO GRIMALDI A PANTELIS VOULGARIS

 

Siempre es desolador verificar que el público europeo, que complaciente se deja imponer el "fondo del cajón" del cine americano, no accede, no ve y quizás todavía peor, no desea ver las creaciones de su propio continente. Si bien es cierto que los referentes culturales de la diversión nacional difieren un poco entre un país y otro, sigue siendo extraño que los referentes culturales de la diversión estadounidense hayan subyugado al planeta entero. Y en este imaginario, será necesario distinguir lo que procede de lo supuestamente universal de lo que en definitiva es la influencia del mercado de los medios de comunicación, cuya mano invisible se concentra visiblemente en las manos de algunos grupos multinacionales a costa de un empobrecimiento de la famosa diversidad cultural.

Tomemos Efapax (La bonificación) de Nicos Zapatinas, comedia popular griega cuyo héroe, un basurero jubilado, se dispone a cobrar una suma muy codiciada por una suegra experta en mercados financieros, unida a un teléfono móvil que hará sonar en todo momento la melodía de James Bond. El basurero, amante del arte y de la literatura, -dispone de una buena biblioteca, provista de cantidad de obras recuperadas en los vertederos-, una vez realizado el cobro, decide cambiar de vida y con la familia pisándole los talones, se convierte en un top-model muy apreciado por la jet-set.

Esta jovial carrera-persecución contiene ideas de cine (presenta enseguida en forma de postales y sin comentarios, los lugares que más tarde se convertirán en espacios del relato) y resulta mucho más divertida que los últimos films de Angelopoulos. ¿Por qué una película así no encontraría su público?

Tomemos a Aurelio Grimaldi, en primer lugar profesor de letras en Palermo, y además escritor y guionista convertido finalmente en realizador ( la puesta en escena de sus primeros guiones por Marco Risi no fue muy convincente) He aquí a un cineasta intrigado por la trayectoria de Pasolini, hasta el punto de dedicarle dos películas en blanco y negro (Nerolio 1996; Un Mundo de Amor, 2002), un cineasta a la búsqueda de soluciones fílmicas para abordar el realismo social sin caer en el didactismo. El título de su primera película, El Descenso de Acla a Floristella (1992) tiene una connotación cristiana que también parece haber recibido la influencia de Pasolini. Si este relato del envío de un niño de once años a una mina de azufre describe una Sicilia de antes de la guerra que presiente un poco demasiado la reconstrucción ( a pesar de la extraña crudeza en este tipo de cine, que constituye la representación de la desnudez de menores), la vista poética de la conclusión anuncia el film Iris (2000),- perla milagrosa, claramente inspirada en El Globo Blanco de Jafar Panahi-, en el que una niña pequeña recorre toda la isla siciliana de Ustica a la búsqueda de un ramo de flores. En esta metáfora iniciática, Grimaldi va un poco más allá de su modelo, ya que los tabúes de la sociedad italiana no son los de la sociedad iraní.

Hablemos ahora de Pantelis Voulgaris, realizador griego de unos sesenta años, trabajando desde el final de los años sesenta en géneros tan diferentes como la fábula hierática (Happy Day, 1976) y la comedia social (El Jugador del número nueve, 1988) En el trabajo de este cineasta, no es extraño que la cámara se detenga sobre fotos antiguas, caracterizando enseguida a los protagonistas sobre el modelo de la nostalgia. Días tranquilos del mes de agosto (1991) cultiva ese sentimiento entremezclando, sin que lleguen a encontrarse, los destinos de tres grupos de personajes en ambientes nocturnos, y arrojando sobre ellos miradas contrastadas, directas o lunares, según se trate de una anciana en su casa, o de un quincuagenario que espera extrañas llamadas telefónicas por la noche en su despacho. Con Ola einai dromos (Es un largo camino, 1998), Pantelis Voulgaris retoma la idea de la superposición de tres historias (éstas sin vínculo alguno, pudiendo ser objeto de tres mediometrajes), sin transigir lo más mínimo sobre la crueldad de los destinos sumados unos a otros. La suerte de un soldado, la suerte de un pájaro y la suerte de un hombre de negocios se reflejan en la suerte del planeta, en una película política que nunca lo parece y que en dos horas desvela los registros más diversos de la crueldad del mundo.

Aurelio Grimaldi y Pantelis Voulgaris, desgraciadamente, nunca han visto distribuidas sus películas en Francia...

Se presta una gran atención, año tras año, a la evolución de las cuotas de mercado del cine francés y americano en los multicines, según el capricho de la relación de fuerzas que varía a merced de la presencia más o menos aleatoria de los grandes éxitos de taquilla no siempre muy provocativos. El verdadero tema de inquietud, tras la lectura de dichas cuotas de mercado, es el débil nivel del resto de cinematografías (en torno a un 10%), especialmente europeas, todas esas obras apasionantes presentadas en festivales como éste de Tesalónica; Obras que nunca serán exhibidas, o en el mejor de los casos, se explotarán precipitadamente bajo una somera definición de marketing.

¿Y si el lamentable contexto internacional de la "crisis iraquí" (que mejor hubiera debido denominarse "crisis americana") contribuyera al menos, mediante la toma de conciencia que provocó en la opinión pública mundial, a modificar la grave tendencia de la cultura planetaria?


Texto Original: Notes festivalières. Thessalonique 2002. D’Aurelio Grimaldi à Pantelis Voulgaris.

Autor: Eric Derobert

Publicación: Revista Positif. Nº 509/510 Juillet/Août 2003.

Edición: Editions Jean Michel Place. www.jmplace.com

Traducción del francés: Esmeralda Barriendos


 

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