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LYNNE RAMSAY Y MOVERN CALLAR:
LA CRÓNICA DE UNA DESAPARICIÓN

 

Vi Movern Callar, la película de Lynne Ramsay, dos veces en el transcurso de un mes. El primer visionado tuvo lugar en el Curzon Soho con motivo del estreno del film en el West End de Londres augurando un arranque no muy prometedor. Sólo una cuarta parte de la sala estaba llena y la proyección comenzó media hora tarde; fuimos informados de que alguien había extraviado uno de los rollos de la película. Algunos de los espectadores potenciales se encaminaron hacia el bar, disgustados, y permanecieron allí. El resto de la mísera audiencia de la noche del estreno, unos pocos afortunados, quedamos perplejos asidos a la butaca, atravesados por el film y su extraño y ambiguo final hasta los títulos de crédito, en silencio. Hipnotizados.

En mi segunda proyección, algunas semanas más tarde, "Morvern" había ido todavía a peor. Podía verse en tristes circunstancias, encogida en una pantalla del tamaño de un pañuelo en el cine Odeon de Wardour Street. La pareja sentada detrás de mí, típicos cinéfilos, no le dieron la más mínima oportunidad y subiendo el tono manifestaron su rechazo. "Pero si no hay guión alguno"- gimotearon. "Es una porquería". De repente me encontré casi dándoles la razón. Es cierto, allí no había guión. El film cometió el imperdonable pecado de no utilizar sus imágenes para ilustrar un guión; todavía peor, se trataba de una película basada en una galardonada novela que no había elegido la apuesta segura de "adaptar" la historia de Alan Warner para la pantalla (dejemos esto para Andrew Davies: bien vestidos, buenos decorados y todos muertos) La versión de Movern Callar de Lynne Ramsay es una aproximación mucho más arriesgada en un sentido auténticamente cinematográfico. Definitivamente, no es la "historia" de Movern Callar, es el personaje aislado y expresado mediante recursos puramente cinematográficos. Los franceses parecen haber entendido esta inferencia eligiendo como título de la película Le voyage de Movern Callar (el viaje de...) y existen dos viajes aquí, uno de la novela hasta el film, otro desde la muerte a la nueva vida.

Movern Callar es el nombre de la protagonista y cuenta la historia de una joven escocesa, trabajadora de un supermercado (interpretada por una luminosa y libre Samantha Morton) cuyo novio se suicida dejándole el manuscrito de una novela no publicada. Muy próximo al comienzo del film, en la pantalla de su ordenador (él, ya muerto; Movern anda a su alrededor cuidadosamente, acariciando con ternura su cuerpo ensangrentado), leemos una declaración. –"Te quiero"- y dos requerimientos, "Léeme" y "Sé valiente". El primero de ellos no sólo ordena a Movern la lectura del manuscrito sino que también incita al público a la observación de la misteriosa personalidad de la protagonista. Por otra parte, como un amigo astutamente alertado, nos remite a las instrucciones que la Alicia de Lewis Carroll ve en la botella de la poción mágica ("Bébeme") Nosotros también presenciamos el comienzo de una transformación similar. ¿Sé valiente? Es un requerimiento existencialista clásico hacia Movern (así como un impulso adicional al espectador en su viaje a través del film y una declaración de intenciones de la propia directora) para que haga lo que desea, para continuar el trayecto con la conciencia de que es "amada" desde el más allá. Ramsay se asegura de que el espectador perciba la importancia de estas palabras, que casi tienen el estatus de ínter títulos, en lo que es, al menos en términos de carencia de énfasis en los diálogos, una película semi-muda, asociando a cada frase un primerísimo primer plano.

Y Movern sigue las instrucciones al pie de la letra; cambiando su propio nombre por el de su pareja, se convierte en la "autora" de su texto y envía el manuscrito a un editor. Y a través del espejo se introduce en... un film de Antonioni. Son mucho más que unos cuantos rasgos los que recuerdan a Antonioni, casi parece el film El Pasajero de la generación Prozac, no sólo en su búsqueda de identidad y el vuelo al sur de España (donde Movern "renace" en medio de los "rave clubs" de la costa mediterránea) Porque en la película se encuentra el sentido en que Ramsay experimenta con la imagen poética de Antonioni, donde el punto de vista de la cámara se presta a la interpretación de la perspectiva de una persona que no está presente, perdida. Al igual que en El Pasajero y La Aventura antes de esta película, Movern Callar es la crónica de una desaparición, -la protagonista desaparece de su vida como trabajadora de un supermercado y reaparece en otra, hedonista y ambigua en su libertad-. Pero en este proceso, Movern se transforma en un ser tan fantasmal como su novio muerto. Pero ella es nuestro fantasma, la propia proyección del espectador y Samantha Morton, recibe y devuelve a la audiencia lo que ésta le pide. Esta sencillez de la que está dotada Morton, con una presencia tan poderosa y enigmática en la pantalla, se asemeja a la de las grandes actrices del cine mudo. Es un pequeño milagro que Spielberg, en un inspirado casting, le diera un papel de Delfos muda en Minority Report.

Warner es el autor "muerto" en la novela. Se sacrifica a sí mismo para de alguna manera llevar a Movern a la vida, se coloca a sí mismo sangrante, sobre el suelo de un piso compartido y le entrega sus cosas, sus discos y sus videos, su gusto por el cine y la música. Si lo dudan, comprueben su absoluta fijación por la música avant-rock del gran grupo alemán de los setenta llamado Can. Casi todas las páginas de la novela hacen referencia a él y a sus componentes. El libro está dedicado a Holger Czukay, entre otros. Si en la novela Warner se hace desaparecer a sí mismo dos veces, la primera en la figura del novio (escritor) muerto, y la segunda en la extraordinariamente vívida narrativa voz en primera persona de la misma Movern, todavía es más complicado trasladar este enfoque a la pantalla.

Ramsay opta por una solución diferente, completamente cinematográfica. Personifica a la cámara y hace de Morvern Callar un trabajo repleto de límites. Y así, nos muestra a la protagonista como una chica en estado de transición. Consideremos cuántas veces la vemos en pasillos, balcones, ventanas o encuadrada en el marco de una puerto. Cada vez que la observamos en un coche, ella se inclina a través de la ventana con la cabeza al viento: mitad dentro, mitad fuera. Consideremos entonces cómo Ramsay enfatiza este enfoque a través del uso del sonido y de la música. La banda sonora de la película es sólo eso, una banda sonora literal que procede de una cinta de música de su novio muerto. Cuando ella escucha música, Ramsay corta de un modo brusco antes de que la melodía comience a cristalizar o antes de que el ritmo eche raíces; o de modo insistente, la música se desvanece, pasando de ser el elemento principal de la banda sonora a ser experimentado como una especie de ambiente que emana de los auriculares del walkman de la protagonista. ¿Es un homenaje de la directora en un tratamiento del sonido similar al de la película Sans Toît ni Loi (Sin Techo ni Ley) de Agnès Varda? En la película de Varda, Mona escucha una cinta de The Changeling de los Doors. No hay duda de que Ramsay no sólo conoce esta obra, sino que también, -y esto es una muestra de su talento- es capaz de hacer referencia a ello de un modo que enriquece la textura de su propia historia y sus propios temas.

Finalmente, existe otro límite, el factor decisivo en términos de validación de la referencia a Antonioni cuando surge la particular poética de la cámara en el film y el extraño sentido de lo fantasmal que resulta de este enfoque. El límite que aquí es transgredido es la "cuarta pared" de la pantalla misma. Hay al menos dos momentos en la película cuando Morton como Movern viola el límite y mira directamente a la cámara. A nosotros. Y a él, al amigo muerto, al fantasma. La primera vez, ella está en el cuarto de baño tras haber descubierto su cadáver. El segundo, el encuentro con un joven en una habitación de hotel contigua a la suya. Ambos momentos, uno al comienzo y otro próximo al fin, sostienen la película. Fantasmas. Personas desaparecidas. Invisibilidad. Un hecho extraño y convincente de actualidad social nos viene a la mente mientras observamos a Movern moverse por las discotecas del sur de España. El censo del año 2001 en el Reino Unido reveló que casi un millón de personas habían "desaparecido", "debido mayormente a movimientos no registrados de personas entre los 20 y 30 años que salieron al extranjero para trabajar o acudir a fiestas rave al sol mediterráneo"(1) Movern, bajo la asunción de la identidad de su pareja, es uno de estos desaparecidos. ¿No fue Cocteau quien describió al cine como "el arte de los fantasmas"? En Movern Callar, Ramsay se lo ha tomado al pie de la letra, y nos intriga saber que próximamente, rodará una adaptación de la novela de Alice Sebold The Lovely Bones (traducida al castellano como "Desde mi cielo"), una historia narrada por una joven muerta.

(1) John Carvel."Missing, Probably on a Rave: the Million Who Have Left a Hole in the UK’s Population Tally" in The Guardian, 1 October 2002


Publicación: Vertigo (For debate and diversity in the moving image)
www.vertigomagazine.co.uk

Autores: Chris Darke, escritor y crítico. Su colección de ensayos está publicada por Wallflower Press

Traducción del inglés: Esmeralda Barriendos


 

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