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ELOGIO DE LA LIBERTAD
Ten, de Abbas Kiarostami

 

Ten se presentó en el Festival de Cannes del pasado año, contra todo pronóstico, dado que el director había dado su palabra de no volver a competir. Él mismo, parafrasea a Napoleón, y retractándose, afirma que sólo un imbécil es incapaz de cambiar de opinión.

Vuelve Abbas Kiarostami a sus orígenes en este hermoso film, vuelve anímicamente, aunque no formalmente, a los comienzos tras su experiencia en el Kanun (el Instituto para el Desarrollo de la Infancia y la Juventud); pero en esta ocasión no son los niños el centro de la historia, sino, y por primera vez en su filmografía, salvo el apunte mínimo que supone "A través de los Olivos", la mujer. La preparación del film se prolongó durante más de un año y medio, comenzando por un guión absolutamente distinto del resultado final. Su deseo de realizar una película cuya esencia fuesen las relaciones sociales de la mujer se concretó finalmente en estas 10 breves historias, presentadas como una cuenta atrás de los encuentros de una mujer divorciada con una serie de mujeres y con su propio hijo dentro de su coche mientras se desplazan por Teherán.

Son trayectos de una densidad abrumadora que describen indirecta pero minuciosamente el mundo que la rodea fuera del vehículo: su pequeño hijo es el estandarte de la tradición más férrea, y la confronta en 4 de las 10 historias con una sociedad hermética y falócrata en la que el diálogo se presenta bajo la forma de reducidos esquemas donde no hay lugar para el sentido común ni la libertad individual. El resto de los pasajeros son mujeres, todas ellas arquetipos femeninos que matizan la soledad diferencial de la protagonista, que es en esencia un espíritu libre. La prostituta, la anciana religiosa, la mujer tradicional marcada por el fracaso amoroso, podrían constituir aspectos de una única mujer, según declaraciones del propio director. Son encuentros para el conocimiento, la reflexión o el consuelo marcados siempre por una distancia existencial que se materializa en los silencios de la protagonista.

La cámara, fija en la parte delantera del coche, sólo nos muestra a las pasajeras, en un sencillo juego de planos y contraplanos en sus desplazamientos por Teherán, salvo la prostituta, cuyo rostro es omitido siempre. En algún momento, a lo lejos, surge la vorágine de la ciudad, o la imagen del padre que recoge a su hijo; allí el diálogo se establece a gritos entre la distancia de los coches cuyos trayectos llevan sentidos contrarios.

Este film confirma de nuevo la universalidad de las historias de Kiarostami a pesar de la hipotética especificidad del contexto en el que se inscribe el relato. Los personajes de sus filmes, - término inapropiado dada la realidad de los mismos -, y en concreto, la protagonista de Ten -, poseen una capacidad de impregnación innata, observada por el modo en el que se nutren de los encuentros, los lugares o los seres . Y ésta es siempre la apuesta que el director realiza por el espectador, a quien permite participar del conocimiento y la experiencia de sus protagonistas

A pesar del reconocimiento internacional de este magnífico film, la unanimidad de la crítica y todos los premios recibidos, no ha pasado el visto bueno de la comisión censora en su país, que ha exigido la supresión de dos historias que son dos pequeñas joyas: toda la secuencia de la prostituta, y otra en la que una joven, retira públicamente el velo de su cabeza, gesto prohibido en Irán. Ante la negativa de su director, Ten no se estrenará en Irán . Previamente a su presentación ante la censura, tuvo lugar una única proyección en la filmoteca del Museo de Arte Moderno de Teherán, a la que acudieron 3600 personas de todos los rincones del país, peleándose por conseguir un hueco en una sala con 200 butacas...

Por otra parte, a Abbas Kiarostami le fue negado el visado de entrada para asistir al Festival de Cine de Nueva York. El director recibió una carta de apoyo de Martín Scorsese, que a su vez fue utilizada por el gobierno iraní mediante la publicación del extracto que más le convenía... Entre unos y otros, el espectador es siempre el más perjudicado.

Esperemos que algún día, el legado de Kiarostami, como el de tantos otros, deje de ser objeto de manipulaciones políticas y mercadeos varios; una utopía quizás más próxima si se siguiese el ejemplo de Francia, donde el programa de selectividad incluye el estudio de "El viento nos llevará".


Esmeralda Barriendos


 

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