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EL AZAR ES LA MÁSCARA DEL DESTINO
SINGULARIDADES DE UNA CHICA RUBIA, DE MANOEL DE OLIVEIRA

 

Luis Miñarro presentó ayer en Valencia el filme de Manuel de Oliveira en cuya producción, tremendamente difícil, ha participado, titulado Singularidades de una chica rubia. Miñarro trasmitió al público asistente su fascinación por la energía del anciano director, que este año cumplirá ciento un años:" en la vida, todo se halla en movimiento, y mientras se está vivo, no hay que apearse de ella.”

Este año, Manuel de Oliveira comienza un nuevo rodaje, el de El extraño caso de Angelica, película basada en un guión que escribió en los años cincuenta (Cahiers du Cinéma llegó incluso a publicar un extracto del mismo en aquella época). Durante la dictadura de Salazar no fue posible el rodaje; tampoco durante la Revolución de los Claveles. En aquel tiempo, Oliveira era propietario de una fábrica textil que quebró. Este año va a conseguir filmarla… Si por él fuera, continuaría rodando un film tras otro, sin pausa.

Su deseo más profundo, -que Miñarro cuenta como si de un sueño infantil se tratara-, es filmar El Quijote según las ilustraciones de Gustave Doré. Una ilusión contagiosa la que transmite este cineasta, ilusión y entusiasmo artífices de las primeras películas del propio Miñarro.

Singularidades de una chica rubia es una adaptación de un relato breve del mismo nombre escrito por de Eça de Queiroz, escritor realista portugués del siglo XIX; fue durante un coloquio cuando uno de sus descendientes animó a Oliveira a adaptar alguno de los relatos del citado escritor.

El director ha sido muy respetuoso con el guión y solamente ha llevado a cabo una cierta actualización de algunos aspectos que permiten inscribir la historia en un lugar más próximo al mundo contemporáneo, en el seno de una burguesía lisboeta que se asemeja a la del XIX, anclada en el pasado pero que aún hoy mantiene comportamientos similares a los descritos.

El relato nos habla de cómo la idealización del amor lleva a un profundo desengaño. El protagonista es un hombre inocente, de sólidos principios, protegido por su tío y tutor en todo momento, que se enamora perdidamente de una joven rubia. Esta pasa las horas asomada a una ventana situada frente al despacho en el que trabaja el joven, mientras se contonea con un hermoso abanico chino decorado con marabúes azules y dragones. Como en La Diligencia de John Ford, conoceremos al hombre que relata su historia a una desconocida, esta vez en un tren que le lleva muy lejos de la rubia, de su tío y su trabajo.

Escenas pictóricas, caleidoscopios de nuestra cultura occidental, la película es en suma un ingenioso divertimento en el que los protagonistas se juegan su destino en un cuadro: todo se anuncia y nada se sabe con certeza, pues el destino se enmascara con el lenguaje metafórico del azar que apunta disperso en la teatralidad manifiesta del cine de Oliveira.

En resumen, la historia de la joven rubia es un sardónico relato de decepciones entroncado con un cierto espíritu portugués; un film que no puede dejar de verse; un cierre muy "nouvelle vague" de este centenario admirador de Helmut Newton, cuya marioneta dorada se pliega sobre sí misma al fin de cada función.


Autora: Esmeralda Barriendos

Apuntes del coloquio ofrecido por Luis Miñarro tras la proyección del film Singularidades de una chica rubia de Manuel de Oliveira, en Valencia, 5 de febrero de 2010.

Agradecimientos. IVAC La Filmoteca


 

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