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31 FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE
DE HUESCA (5 al 14 de junio, 2003)

 

Cuando el Festival de Cine de Huesca arrancaba en 1973 como certamen de cortometrajes, el grueso de las obras procedían de Checoslovaquia y Canadá; España participaba sólamente como país anfitrión, dada la escasez de producción respecto a las citadas cinematografías. Afortunadamente, el cortometraje está entrando a formar parte de los circuitos de exhibición y es notable la proliferación de festivales especializados. La política audiovisual se gestiona incluso desde ámbito local. Así, el certamen, que ha celebrado su trigésima primera edición, ha sido testigo de tan favorable evolución; si al inicio escaseaban las obras nacionales, ahora se puede disfrutar con la participación de cortometrajes (11 nada menos) realizados por jóvenes aragoneses en el último año, en el apartado Aragoneses en el Festival, que toma el pulso a la cada vez más pujante producción audiovisual de la comunidad.

Vitalidad

Además de la ya tradicional sección dedicada a la gastronomía en el cine, una muestra dedicada al cine europeo más reciente, y varios clásicos con el mundo del periodismo como tema central; pudimos disfrutar de tres exposiciones en las secciones paralelas. Una entrañable y sorprendente exposición dedicada a Julio Verne, ilustrada con recuerdos personales del novelista, objetos de la época, fotografías, carteles de antiguas películas – adaptaciones de sus novelas-, y maquetas creadas a partir de objetos descritos en sus obras. De la imaginación de Verne a las fantasías de Fellini, en una muestra (una pequeña joya) compuesta por 10 caricaturas originales pintadas en su juventud -recién llegado a Roma y firmadas con el pseudónimo de Fellas- y dibujos eróticos de su madurez (un total de 50) pertenecientes a las series 8 ½ y divagazione erotiche. Una tercera exposición Tras el Manifiesto de Oberhausen, 1962, que propone un recorrido informativo por las figuras que pertenecieron al llamado Nuevo cine alemán, acompañada por 14 proyecciones con títulos precursores como El puente (Bernhard Wicki, 1959), obras centrales como La muchacha sin historia (Alexander Kluges, 1966), o manifestaciones tardías como El mercader de las cuartro estaciones (R.W. Fassbinder, 1971).

Este festival, que gira alrededor de los jóvenes, ha incluído una selección de largometrajes y cortometrajes, un abanico de miradas con el adolescente como protagonista. Con este hilo conductor están seleccionadas también tres excelentes películas en el apartado Grandes documentales:

Promises (B.Z. Goldberg, J. Shapiro, C. Bolado, 2002) nos acerca al conflicto palestino-israelí desde el punto de vista de unos niños abocados al desconocimiento mutuo, a la indiferencia, e incluso al odio en la ciudad de Jerusalén. La tarea de los guionistas-realizadores es doble: dar testimonio de esta situación con entrevistas e intentar un encuentro entre los niños a lo largo de 4 años. El resultado es un documento aleccionador en términos humanos y políticos. La etapa de la adolescencia está ilustrada por XV en Zaachila (R. Perezcano, 2002). El documental, narrado desde la proximidad y la ternura, nos invita a una fiesta en un pueblo sureño mexicano donde la familia arriesga sus ahorros para celebrar, con la comunidad y durante 48 horas, la fiesta de iniciación a la pubertad de su hija. Cierran la trilogía los jóvenes huérfanos de la dictadura militar argentina en el documental H.I.J.O.S., El alma de Dios (C. Guarini, M. Céspedes, 2002). Los protagonistas pertenecientes a la asociación H.I.J.O.S. (Hijos por la Identidad y la Justicia, contra el Olvido y el Silencio) son puzles inacabados que buscan desesperadamente fotografías de sus padres, noticias de sus hermanos, justicia al fin, para rellenar su identidad incompleta.

Homenajes

El certamen, siempre atento a cinematografías desconocidas o castigadas por la exhibición, ha dedicado una retrospectiva al director argentino Jorge Cedrón y a dos cineastas del este, con sendas publicaciones. El premio Cudad de Huesca de Cortometrajes nos ha dado la oprtunidad de conocer la filmografía del director Yugoslavo Zelimir Zilnik quien acudió a recoger el galardón. En la clausura tuvo lugar el homenaje al director ucraniano Jerzy Kawalerowicz, en quien recaló el premio Luis Buñuel de la presente edición. Entre la filmografía proyectada pudimos disfrutar de su película Faraón (1966) y Madre Juana de los Ángeles (1961), que compitió en Cannes en 1962 y a punto estuvo de conseguir la Palma de Oro, pero finalmente y no sin aprietos, fue para Viridiana de Buñuel (ironías de la vida).

Así lo narraba el propio Kawalerowicz, hombre parco en palabras, en una velada jovial y fructífera en encuentros, gracias a la generosidad del realizador Rigoberto Perezcano y a la simpatía de los actores Angel Hidalgo, Mar Regueras (presentadores de la ceremonia de clausura), Pedro Miguel Martínez (que aportó su voz en el acto de clausura), Mirtha Ibarra y Eduardo González.

Un festival de cortos

Pero el alma del festival siguen siendo los directores de cortos que acuden con sus cintas y el entusiasmo de estar seleccionados en este certamen, uno de los más prestigiosos y veteranos de España (el hecho de que supere en edad a los directores es síntoma inequívoco de su inmejorable salud). A lo largo de su recorrido ha creado lazos con otros certámenes europeos como los de Graz (Austria), Belgrado (Servia) y Nantes (Francia); convirtiéndose también en puente trasatlántico en el intercambio de cortometrajes con el continente americano. Así lo atestiguan las buenas relaciones con los festivales de Toronto (Canadá), Viña del Mar (Chile), Piracicaba (Brasil); y la presencia en Huesca de los directores de los festivales de Buenos Aires (Argentina), Morelia y Guadalajara (México).

En el certamen Iberoamericano, el jurado compuesto por la actriz Ana Gracia, el realizador argentino Marcelo Céspedes y el director de animación uruguayo Walter Tournier, han decidido el siguiente palmarés:

Entre dos, de Michel Franco (México)-Premio Danzante de Oro (6.000 euros)

Baseado em estórias reais, de Gustavo Moraes (Brasil)-Premio Cacho Pallero, concedido por la Agencia Española de Cooperación Internacional, (3.000 euros)

Palos de ciego amor, de Miguel del Arco (España)-Premio Instituto de Estudios Altoaragoneses "Jinete Ibérico", (3.000 euros)

Perro perdido, de Arauco Hernández y Daniel Hendler (Uruguay)-Premio Casa de América, al mejor director novel.

Simones labyrinth, de Iván Sáinz-Pardo (España-Alemania)-Premio Story Film / Pablo Núñez, (3.000 euros para realizar en Story Film los títulos, efectos ópticos, digitales y animación de su nuevo trabajo).

Mención especial a los cortometrajes Topeka, de Asier Altuna (España) y Nadie regresa por tercera vez, de Alejandro Lubezki (México).

En cuanto al certamen internacional -con un jurado integrado por el actor Gabino Diego, el compositor mexicano Samuel Larson, los periodistas Javier Angulo y Maria Luz Climent, el director alemán Hanes Stöhr y Ahmet Boyacioglu, presidente de la Asociación cinematográfica de Ankara-, el palmarés es el siguiente:

Topeka, de Asier Altuna (España)-Premio Ciudad de Huesca Danzante de Oro, (6.000 euros)

J’attendrai le suivant, de Phillippe Orreindy (Francia)-Premio Especial del Jurado

(A)Torzija, de Stefan Arsenijevic (Eslovenia)-Danzante de Plata, (3.000 euros)

Lune, de Hubert Gillet (Francia)-Premio Francisco García de Paso al cortometraje que mejor resalta la defensa de los valores humanos

Antychryst, de Adam Guzinski (Polonia)-Premio de la Juventud, concedido por la Fundación Anselmo Pié Sopena (3.000 euros)

Menciones especiales a los cortometrajes Fast film, de Virgil Widrich (Austria-Luxemburgo), Na kromke bytia, de Dmitry Zawilgeskiy (Rusia) y Antychryst, de Adam Guzinski (Polonia).

Mención especial del Jurado de la Juventud a los cortometrajes J’attendrai le suivant, de Philippe Orreindy (Francia) e In memoriam, de Daniel Erb (Alemania).

Premio José Manuel Porquet de la Crítica al cortometraje (A)Torzija, de Stefan Arsenijevic (Eslovenia).

Mención especial del Jurado de la Crítica a los cortometrajes Fast film, de Virgil Widrich (Austria-Luxemburgo), J’attendrai le suivant, de Phillippe Orreindy (Francia) y Antychryst, de Adam Guzinski (Polonia).

Además se ha otorgado el premio Jameson al corto El balancín de Iván, de Darío Stegmayer. Premio que comparte con la Coordinadora Europea de Festivales de Cine (CEFC), creada para promover y difundir el cine europeo, de cuyo organismo es miembro el Festival de Huesca.

No quisiera concluir sin felicitar a la organización y a los máximos responsables –excelentes anfitriones- por los resultados de la presente edición del festival, por la elevada calidad en la selección de cortometrajes y por mantener el prestigio a lo largo de su dilatada trayectoria.


Autora: Rebeca Crespo


 

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