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Atlantis: el imperio perdido

Año 2001
País USA
Estreno 23-11-2001
Género Animación
Duración 95 m.
ZINEMA.COM T. original Atlantis: the lost empire
  Dirección Gary Trousdale
    Kirk Murphy
  Intérpretes Michael J. Fox (Voz de Milo James Thatch)
  James Garner (Voz del Comandante Lyle Tiberius Rourke)
     Gree Summer (Voz de la Princesa "Kida" Kidagakash)
     Don Novello (Voz de Vincenzo "Vinny" Santorini)
     Phil Morris (Voz del dr. Joshua Strongbear Sweet)
   Guión Tab Murphy
Música James Newton Howard
  Diane Warren
Montaje Ellen Keneshea
Sinopsis
Milo Thatch es un especialista en lingüística y cartógrafo de museo que sueña con terminar la búsqueda que inició su abuelo, un famoso explorador ya fallecido. Un diario, desaparecido hace mucho tiempo, desvela las claves para localizar Atlantis. Es entonces cuando un excéntrico multimillonario decide financiar una expedición para resolver el misterio. Milo se pone al mando de una expedición conducida por el Capitán Rourke y su equipo para dirigirse al misterioso reino submarino. Alli, además de encontrar lugares sorprendentes, se tendrán que enfrentar a los más insospechados peligros.
    
Referencias
  • Está dirigida por Kirk Wise y Gary Trousdale, responsables de La bella y la bestia o El jorobado de Notre Dame. También son autores de Cranium Command, película de animación que se exhibe en Disneyworld.
     
  • Atlantis es la propuesta de Walt Disney para este año tras El emperador y sus locuras.
     
  • El diseñador de la producción, que ha marcado el estilo de la película, es el dibujante de cómics Mike Mignola.
     
  • La técnica empleada es una combinación de animación tradicional y generada por ordenador.
     
  • La película rinde tributo a 20.000 leguas de viaje submarino, de Julio Verne.
     
  • El guión es de Joss Wheldon, que ya trabajó en Toy story o Tarzán y la banda sonora de James Newton Howard (Dinosaurio).
     
  • Disneyworld está preparando una nueva atracción llamada Fire mountain inspirada en las secuencias en las que explota el volcán.
    
Crítica
Entretiene, pero no es el homenaje que Walter se merecía

Se han cumplido este mismo mes de diciembre cien años del nacimiento de Walt Disney. Vaya aquí nuestro homenaje para quien soñó, y consiguió, crear para varias generaciones de niños y mayores todo un mundo mítico y de evasión, a partir de unos recursos de lenguaje audiovisual que antes de Disney no eran sino dibujos animados con escasa y minoritaria proyección cultural y social. Y para ligar el acontecimiento con este comentario sobre "Atlantis", podemos afirmar sin ambages que tras el incontestable y merecidísmo éxito de "Shrek" (realizada por la competencia, Dreamsworks, la respuesta alternativa de Spielberg y compañía al cuasimonopolio de Disney), quienes hoy defienden los intereses de la factoría que creó al inolvidable Mickey Mouse y la magistral Mary Poppins , no han proporcionado con "Atlantis" (ni con la anterior "El emperador y sus locuras") al visionario Walter el regalo de taquilla y crítica que tan señalada onomástica exigía. Digamos también que "Atlantis" está dirigida por Kirk Wise y Gary Trousdale, responsables de La bella y la bestia" y El jorobado de Notre Dame (un film muy superior a "Atlantis").

Como acertadamente señala el teórico Román Gubern, "Disney murió cuando el negocio de los dibujos animados estaba cambiando rápidamente, debido a la irrupción de la televisión, la competencia japonesa y los cambios de gustos del público". Hoy, añadimos, la factoría Disney afronta, además, los difíciles retos de gestionar las colosales posibilidades de la tecnología digital en la animación por ordenador y de satisfacer a un público con muchas horas de cine de animación (y del otro, que todo cuenta) en sus retinas, que se reivindica menos fácil de satisfacer y al que cada año cuesta más sorprender y emocionar. Un cometido en el que sus competidores de Dreamworks afinan más y han tomado definitivamente la delantera a Disney, pues, además de que sus producciones resultan más espectaculares, incorporan otros planteamientos estéticos, renuevan el referente mitológico de las historias y muestran esquemas morales, e incluso reflexiones éticas, más coherentes con lo que hoy acontece al ser humano y con el actual sistema de valores. Véase, sin ir más lejos, la estupenda Shrek, una de las mejores películas de animación de todos los tiempos, siempre según la indocumentada opinión de quien firma estas líneas.

Estamos, con "Atlantis", ante una nueva revisión del mito de la Atlántida con claras referencias a 20.000 leguas de viaje submarino, de Julio Verne, que propone una peculiaridad: lo que encuentra el ya tópico investigador a lo Indiana Jones -despistado, encantador y tenaz- no son los restos arqueológicos de una civilización muerta, sino todo un pueblo que continúa viviendo en una próspera pero alicaida ciudad ubicada en un túnel bajo el agua. Al parecer, se basa en una novela de Pierre Benoît, que según hemos encontrado por ahí (es otra manera de decir Internet) reconocía haber escrito "una historia feliz".

Otros rasgos definitorios de "Atlantis" son la ausencia de canciones (todo un hallazgo, porque la peli funciona y mi hija no las echó en falta, lo que quizá haga que en el futuro nos libremos del pestiño de las blandísimas y un tanto cursis bandas sonoras de Disney que tanto dificultan que a los niños les guste la ópera y, en general, la música no reñida con el arte) y su perfil de película blanca, desprovista de la mordacidad, ironía y ambigüedad que tanto se agradecía en otras películas. Incluso el sentido del humor que rige en el film es clásico y previsible en exceso: aunque funcione aceptablemente y arranque nuestra sonrisa con cierta facilidad, no tiene mordiente, no hay apenas juegos de palabras ni dobles sentidos. Además, los malvados lo son sin matices y los buenos parecen candidatos a la beatificación papal, al carecer de esa malicia oportunista y socarrona, aderezada con un guiño inteligente al espectador, que tanto se agradece.

Por otro lado, prima en "Atlantis" el dibujo artesanal, muy bien resuelto, mientras que el uso de las nuevas tecnologías, aparentemente discreto aunque eficiente, adolece de falta de grandiosidad en los momentos más álgidos.

En resumen, padres y niños se encontrarán con una película clásica de aventuras, tan entretenida y emocionante como poco innovadora que, aunque no decepciona, chirría en algunos engranajes. Destaquemos dos defectos que le hemos detectado. Uno, la sensación de ya visto que planea durante toda la proyección y la escasa originalidad del guión y de la realización tanto en la resolución de los momentos de más tensión argumental como en los climax visuales de las escenas más espectaculares. Y dos, la descripción psicológica de los personajes: el espectador más avisado los percibirá planos y con pocos detalles peculiares o al menos sutiles, si bien debemos reconocer el acierto en la caracterización de algún protagonista secundario (el regordete y repulsivo adicto a los más diversos objetos y situaciones asquerosos), que consigue el efecto de hacer aún más patente la pobreza de los personajes femeninos, tópicos hasta la saciedad (la héroe es tan idealmente cándida que, en su simpleza, parece un mal remedo de la Bella Durmiente; y la mala es una joven pérfida, sexy, vulgar, agresiva y maquinadora, sin ningún matiz que nos sorprenda) y, lo que es peor, deudores de las convenciones más machistas del género.

Ricardo Oleaga