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Ghost dog

Año 1999
País USA
Estreno 14-01-2000
Género Thriller
Duración 116 m.
ZINEMA.COM T. original Ghost dog: the way of the samurai
  Dirección Jim Jarmusch
  Intérpretes Forest Whitaker (Ghost dog)
  John Tormey (Louise)
  Cliff Gorman (Sonny Valerio)
  Henry Silva (Vargo)
  Isaach de Bankolé (Raymond)
   Guión Jim Jarmusch
Fotografía Robby Müller
Música RZA
Montaje Jay Rabinowitz
Sinopsis
Un meticuloso y solitario asesino aficionado al hip-hop vive en una azotea rodeado de palomas mensajeras. Desde que un día el mafioso Louie le salva la vida, Ghost Dog establece un vínculo de vasallaje con él: lo convierte en su señor y está dispuesto a cumplir todas sus órdenes tal y como lo hacían los samurais en el Japón de antaño. Sin embargo, en uno de los trabajos que le encarga Louie las cosas se complican y, de golpe, toda la familia mafiosa se vuelve contra él con la intención de hacerlo desaparecer.
    
Referencias
  • Está dirigida por Jim Jarmusch, precursor del cine independiente americano que es autor de películas como Stranger than paradise o Down by law y, más recientemente, Dead man o el documental sobre Neil Young, Year of the horse.
     
  • Está protagonizada por Forest Whitaker (Smoke, Esperando un respiro, Siempre queda el amor).
     
  • También intervienen Cliff Gorman (Hoffa), Victor Argo (El funeral) y Gene Ruffini (Casino).
     
  • Se inspira en la película francesa El samurai, de Jean-Pierre Melville y es un homenaje a Rashomon, de Akira Kurosawa.
     
  • La música es del cantante de hip-hop RZA.
     
  • Fue presentada en el Festival de Cine de Cannes 1999.
Crítica

Jim Jarmusch ha realizado una película cada dos años a lo largo de los años noventa, década que ha finalizado con el rodaje de Ghost dog, el camino del samurai. El cineasta por excelencia del cine independiente americano, que con su anterior película de ficción se adentró en los terrenos del western, se decanta ahora por rendir un homenaje a las películas de gangsters, al cine japonés -concretamente a Branded to kill (1969), de Seijun Suzuki y a la obra de Akira Kurosawa- y al Jean-Pierre Melville de El silencio de un hombre. Más o menos evidentemente, las referencias citadas se suceden a lo largo de la película para descubrir en los créditos finales que, además de citarlas a modo de agradecimiento en los mismos, también incluye, entre otras, a Don Quijote.

La película está protagonizada por Forrest Whitaker, quien interpreta a un asesino a sueldo que se rige por las reglas de los antiguos samurais japoneses. Estas reglas perfilan un personaje que se puede asimilar al clásico héroe de géneros tan variados como el policiaco, el western o el de aventuras. Todo lo cual sitúa al samurai como origen de una mitología del héroe que ha perdurado en la tradición clásica occidental. Varios intertítulos recogidos de un antiguo manual de samurais fortalecen con su texto las características más significativas de este personaje. Lo más interesante es que este acercamiento se produce en un momento en el que los personajes cinematográficos que se sustentan en los valores convencionales están desapareciendo de la cinematografía actual.

Tras un crimen realizado para el hombre al que presta sus servicios, que a su vez trabaja para una banda de mafiosos, el jefe de la banda (magníficamente interpretado por Henry Silva) ordena que maten al samurai debido al peligro que ha corrido su hija en la escena del asesinato. A partir de este momento se inicia una persecución en la que se suceden varios crímenes, los cuales, en su gran mayoría, está precedidos de escenas en las que algún personaje está viendo en la televisión dibujos animados (entre los figuran escenas de Betty Boop o del Rasca y Pica de Los Simpsons). Dibujos que profetizan de alguna manera lo que está a punto de suceder y que, en cierta medida, suponen un crítica disipada de la violencia en televisión. Curiosamente, únicamente los adultos ven dibujos animados y son, o personajes violentos o una joven semiautista incapaz de entender lo que está sucediendo. La única niña que aparece en la película opta por la lectura y es amiga del samurai, quien, en cierto sentido, delega en ella su continuidad. Algo que, en realidad, plantearía una ruptura con los valores del samurai que ha defendido a lo largo de la cinta al proponer que sea un personaje femenino el que asuma dicha continuidad, lo que seguramente resultaría inconcebible en la tradición oriental.

Desgraciadamente, la aportación de Jarmuch al género, al contrario de lo que sucedía en Dead man con el western, no resulta plenamente convincente. De todas formas, algo perdura de su espíritu independentista en esta película que se aleja considerablemente del circuito convencional norteamericano y que presenta una mirada más que sugerente.

N.A.