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Al límite

Año 1999
País USA
Estreno 28-04-2000
Género Drama
Duración 120 m.
ZINEMA.COM T. original Bringing out the dead
  Dirección Martin Scorsese
   Intérpretes Nicholas Cage (Frank Pierce)
   Patricia Arquette (Mary Burke)
  John Goodman (Larry)
  Ving Rhames (Marcus)
   Marc Anthony (Noel)
   Guión Paul Schrader
Fotografía Robert Richardson
Música Elmer Bernstein
Montaje Thelma Schoonmaker
Sinopsis
Frank Pierce pertenece al personal paramédico de la EMS de Nueva York, que cada noche lanza sus ambulancias a la calle para atender las emergencias. Narra 56 infernales horas en la vida y el trabajo de Frank, en un momento en que está al borde de la crisis moral, quemado por demasiados años salvando y perdiendo vidas. Su única posibilidad de redención es el amor de Mary, la hija de un hombre al que intentó salvar.
    
Referencias
  • Está dirigida por Martin Scorsese, autor de clásicos del cine norteamericano como Taxi driver, Toro salvaje, Uno de los nuestros, La edad de la inocencia o Casino, y que no estrenaba película desde Kundun. En la versión original es la voz de la radio que avisa de las emergencias.
     
  • Se basa en una novela de Joe Connelly, un paramédico que trabajó en una unidad de EMS neoyorquina durante diez años.
     
  • Está protagonizada por Nicholas Cage (Oscar por Leaving las Vegas  al que no se veía desde Snike eyes),  y Patricia Arquette (Hi-Lo country, junto a Penelope Cruz, Goodbye lover o la más reciente Stigmata). Ambos aún estaban casados durante el rodaje de esta película.
     
  • También intervienen John Goodman (El gran Lebowski) y Tom Sizemore (Un domingo cualquiera, Jugando a tope).
     
  • El guión es de Paul Schraeder, con quien Scorsese ya había colaborado en Taxi Driver, La última tentación de Cristo y Toro salvaje. Como director ha realizado American gigolo, Mishima y más recientemente Aflicción.
     
  • La encargada del montaje es Thelma Schoonmaker, colaboradora de Scorsese desde Toro salvaje.
Crítica
Martin Scorsese parece haber encontrado en el servicio paramédico de ambulancias la mejor manera de volver a las calles de Nueva York después de Taxi driver. No cabe duda de que ambos son los dos medios de transporte más habituales en Manhattan y, sin lugar a dudas, junto a los manidos coche de policía, los que proporcionan uno de sus rasgos de identidad más distintivos. El inconveniente es que no ha sabido -o querido-, que nunca se sabe, ofrecer un punto de vista sugestivo del tema y el escaso apasionamiento por lo que está contando provoca que la película, aún salvando las distancias, se convierta en un capitulo alargado y menos light de la serie de televisión Urgencias.

A pesar de echarse en falta el virtuosismo con la cámara del que suele hacer gala en otras de las películas que conforman su filmografía, la escena con la que arranca el filme merece una consideración especial. En primer lugar, por su escasa aparatosidad y la habilidad para conseguir escenificar de forma realísticamente melodramática la angustia de una familia que llama al servicio de urgencias para que atienda a uno de sus miembros. En segundo lugar, porque perfila el personaje de Nicholas Cage, un paramédico llamado Frank Pierce, al que confiere una aureola místico-religiosa sobre la que apuntalará la tesis de la película. Dicha aureola no sólo se sustenta en la personalidad del Frank, sino que se evidencia de forma tangible con un curioso efecto lumínico apenas perceptible que, en ocasiones, envuelve al personaje desde atrás.

Los paramédicos que conducen ambulancias son mostrados como esos seres en los que los afectados depositan todas sus esperanzas. Aunque en realidad se trata de individuos descreídos cuyo trabajo se ha convertido en una rutina y que son presentados sin concesiones. Todos salvo Frank Pierce quien, atormentado por la imposibilidad de salvar a una muchacha en el pasado (imágenes que irrumpen de forma excesivamente reiterativa a lo largo de la película), asume su condición de Mesías. Un Mesías que tiene que hacer frente a una tormentosa existencia, la cual, culminará con una escena que -en absoluto de forma casual- guarda un extraordinario paralelismo con La piedad de Miguel Ángel.

El personaje interpretado por Patricia Arquette, que no en vano se llama Mary, consigue un efecto catártico sobre el protagonista. Los casos a los que éste se tiene que enfrentar, además del que afecta al propio padre de Mary, son una sucesión de pruebas que tendrá que ir superando. En coherencia con lo expuesto hasta ahora, tan solo mencionar la asistencia al parto de una muchacha cuyo compañero asegura que jamás han mantenido relaciones sexuales. En cualquier caso, el interés adicional que podría proporcionar profundizar en esta segunda lectura, no es excusa para defender una película que en muy pocas ocasiones consigue mantener un ritmo narrativo firme.

N.A.