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ANTICRISTOS APATRULLANTES

Aún a riesgo de ser vejatoriamente catalogado como una especie de boticario Torquemada de la crítica cinematográfica internaútica, principiaré mi glosa, a esto de los zombies, imbuido del espíritu alertante y plisado de un preventor prospecto farmacéutico. Me siento en la obligación de advertir a mis queridos lectores de los efectos nocivos, secundario-radiactivos y hasta colaterales (entendidos éstos a la bushcasablanquera way) que, como calvario destripador, podrían sufrir sus carnes inocentes tras posología ignorante del presente supositorio gore. Digamos, para entendernos, que a todos aquellos espíritus elevados, habitualmente adictos a los paracetamoles, nada sanguinolientos, de fármacos reconstituyentes tipo Won Kar-Wai, Eastwood, Allen, von Traer, Oliveira, Rohmer, Bollaín, Weir, Medem o Bertolucci, esta calita con vaselina de garbanzos perdigones podría sentarles como un tiro precisamente ahí, en el orificio wellcome de semejante repositorio inmeritorio.

Miguel Angel Lamata, autor de cortometrajes con títulos de talante tan anticipativo como RENCOR VISCERAL, currante en la trastienda televisiva de eminencias mediáticas del calibre de Bertín Obsborne, Florentino Fernández, o Pepe Navarro, se postula, en éste su debut en el terreno de los largos, como un realizador pelín gamberrete, rudo, very heavy-metal, y nada preocupado en disimular que le suda la punta de su polla reivindicar para sí como marca de estilo, ni, por ejemplo, un profundo trabajo con el fuera de campo, ni una elaborada puesta en escena marcada por sutilidad alguna. Lamata manifiesta una prístina voluntad mostrativa, subrayante y exhibicionista que lo acerca más a Hoper, a Romero, a Naschy o a Franco antes que al Cronenberg de SPIDER, al Carpenter de EL PUEBLO DE LOS MALDITOS, o a cualquiera de las dos propuestas de Night Shyamalan, por no ponernos a mentar aquí a Tourneaur, a Whale o a cualquiera de los clásicos del cine de terror de los años cuarenta.

"Puede que acabemos haciendo una mierda de película, pero tiene que ser una mierda de la que te sientas orgulloso." Ésta es la declaración de intenciones que acuerdan los dos retrasados protagonistas, para llevar a cabo la tarea creativa en la que están empeñados: la escritura de un guión cinematográfico. UNA DE ZOMBIES parte del abotargamiento intelectivo de Aijón y Caspas, y se va desarrollando a través de una disparatada y descerebrada serie de flash-backs por la que no dejan de ir apareciendo toda una ristra de penosas criaturas, a cada cual más increíble, a cada cual más desmesurada y lerda. De paso nos topamos también con todo un universo desquiciante y guarro de terciopelos pollinos tan agradables como al antedicho fardahuevos presentador del late-night-freakyspanish show ESTA NOCHE CRUZAMOS EL MISSISIPI, oficiando de cirujano que debe extraerle a un paciente una botella de su mancillado, expandido ojete; como a la guitarrista del amorticiado grupo musical "Azote Satánico" (líder de los cuarenta paranormales), efectuando un remarcado estrangulamiento testicular al solista para que éste suba tono y timbre en su particular performance; como a algún que otro personaje sacándose pelos de la nariz, comiéndose un corazoncito crudo, siendo destripado con todo fasto de detalles hendientes, eructando, o vomitando amarillentas y repetidas potas. Hay citas a la niña del exorcista y a la empuñalante madre de Norman Bates (el salto suicidante por la ventana del gato cocainizado también podría verse como u homenaje a los Farrelli) aderezadas con delicados ramalazos sexistas del tipo "Ese es el tipo de tía que no te puede decir no, ni comerte el cimbel", religadas con sibaritas jugosidades tales como "Echo de menos el sabor acre de tu ano", "Como se nota que nunca te has comío un ano sucio", "Voy a comprarme un billete al quinto coño" "¿Te has hecho la prueba de la paja?, y definitivamente aliñados con el catálogo de chistes malos más ídem que uno ha paladeado en los últimos tiempos ("Dios se cree que es la hostia… Se cree que es Dios").

"No me enorgullezco de esta película, pero tampoco me avergüenzo de ella. Su presupuesto es superior al de EL ETE Y EL OTO, pero inferior al de EL SEÑOR DE LOS ANILLOS. Ese es el margen en qué nos movemos. Cuando quería vender el film, decía que era como una Operación Triunfo en cine; de hecho, es una de zombies en la que sale Marianico el Corto" confesaba el productor del film, el sin par Santiago Segura (Amiguetes Enterteiment) durante la presentación de su repugnante parábola de ultratumba dentro del muy apropiado marco de la pasada edición del Festival de Sitges. Seguro que a Segura (lo siento, pero el mal de las cuchufletas sin gracia no es propiedad exclusiva de la escoria humana –los Anticristos- que recorre el film de principio a fin) no le causará excesivo dolor que le bajemos los humos comparativos si se le replica, con la certera eficacia de los disparos al entrecejo que endiña El Duende a sus posesos adversarios en la peli, la provocadora traída a colación de la adaptación de Tolkien dirigida por el neozelandés Peter Jackson. Sin embargo, al simpático amiguete creador del icono audiovisual más deleznable de la última década, el comisario Torrente, hay que consolarlo, esperanzarlo, gratificándolo con la buena nueva de que su terrorífica inversión en el colega Lamata es muy superior al desperdicio de quirófano protagonizado en su día por los rugosísimos hermanos Calatrava, parodiando con execrable gusto el clásico de Steven Spielberg.

Y es que para desasosiego de sus creadores, UNA DE ZOMBIES, sintiéndolo mucho, no termina siendo el excremento, la buscadamente intestinal magnificiencia que pretendían estos que fuera . La película se empeña con una trama dislocada, los personajes son todos un tajo de perturbados maltraídos, el diseño de producción es de todo a veinte duros, la mayoría de las interpretaciones están a la altura de los nichos de los que nunca deberían haber salido estos trillers boys de Michael Jackson aparecidos en Zaragoza, pero Lamata pone en juego un arriesgado elemento, al que sabe sacar partido en beneficio de toda la función, y que, pobrecitos, ennoblece algo el resultado final. El joven director despliega un sano distanciamiento cómico que cuestiona con ironía las nauseabundas peripecias de las violentas piltrafas pseudohumanas. El intento de hacer viable la problemática, los vaivenes, las dudas, y los bloqueos de dos jóvenes infames, tarugos y españoles que quieren concluir un guión sin estar capacitados para ello, permite al espectador reflexionar -no mucho, eso sí- sobre las dificultades que entraña toda actividad creativa, y sobre los recursos personales, biográficos, fantasiosos e íntimos a los que el artista debe amarrarse para avanzar en la tarea autoimpuesta. Reviste cierta mordacidad la utilización de la voz en off que acompaña buena parte del relato, pues consiente un alejamiento burlesco del narrador con respecto a la patochada viscerosa, y casqueril desparramada en la pantalla con impune deleite de matadero porcino.

Funcionan, por mala uva, algunas referencias al cine español (barajar como título posible "Los Santos Inocentes II: el regreso de la milana muerta), así como, contra todo pronóstico, el apocado personaje que interpreta magníficamente Marianico el Corto; demuestra una más que solvente pericia Miguel Angel Aijón (también co-guionista del filme) en su papel de regordete, corto y novato escritor cinematográfico, y asistimos, para deleite de su amiguetería, a todo un Santiago Segura Film Festival Tour de Force: son tres los personajes los que se le brindan, y, desde luego, hay que reconocer que el sano gusto por la parodia (hasta de su misma sombra) con la que Segura acomete su trabajo, eleva el pésimo tono interpretativo general. El retrato de sí mismo como productor, que aparece en la escena final, rodeado de los carteles de las cinco películas de la hipotética saga de Torrente es, desde luego, muchísimo más hilarante que todas las probables gracias de los Caspas, los Johnny Maldades, las Puños, los Cuescos, y los Morlacos que colman de imbéciles de cementerio malrevividos el resto del filme.

Celso Hoyo Arce

(**) Recomendada a todos aquellos que estén fascinados por la octogenaria y pico paternidad del papi-chulo de Julio Iglesias; o por la milenaria turgencia de las tetas de Aramís Fuster.